17 de julio de 2013

portear a mi copito de nieve

Cuando recién naciste Matías me dijeron que no te cargue porque te ibas a acostumbrar a los brazos, como gran cojuda hice caso algún tiempo, nada, fue terrible, llorabas, yo me sentía frustrada, con suerte llegó a mí información sobre la crianza con apego (estamos tan alienados que el instinto lo adormece la cultura mediática) y me acuerdo que empecé a cargarte a todo lado.

Me decían mis tías que no lo hiciera, que te dejara en la cama, que te vas a acostumbrar demasiado, que no es bueno, empecé a cargarte todo el tiempo, compré un fular y empecé a salir contigo.



Antes de eso, en las primeras semanas llorabas tanto, que pensé que me iba a volver loca, la situación me sobrepasaba, pero ahora sé que sólo querías estar pegado a mí. Los bebés han pasado nueve meses dentro de la barriga de su mamá en continuo movimiento, con alimentación y abrigo permanente, no quieren estar quietos, no lo necesitan, quieren moverse con nosotros, quieren seguir nuestro ritmo.

Me dijeron que me iba a dañar la espalda, pasaban los meses, y la teoría de que te ibas a quedar pegados a los brazos se fue desmoronando, aprendiste a gatear y empezaste a pedir que te deje en el suelo. Si no seríamos tan impacientes con las etapas de los bebés, sabríamos que ellos manejan el tiempo y no nosotros. No hay que apurarlos, solitos llegan a donde deben llegar.


Según la teoría del continuum (de la que quiero hablar en un post exclusivo) las carencias afectivas que tenemos los adultos se deben a carencias de brazos, a grandes trazos, los seres humanos no guardamos el sentido de bienestar propio de estar en brazos y a largo plazo, esa sensación de angustia se refleja en nuestros miedos, incapacidades y relaciones malogradas.

En nuestras ciudades y comunidades, es común (cada vez menos lamentablemente) ver a mujeres cargando en chalinas o telas (he visto hasta sábanas) cargar a sus bebés, las campesinas llevan a sus bebés al mercado, en el bus, a trabajar, sembrar, a todo lado con sus bebé cerquita en la chalina, esa es la historia en todo el mundo, todas las culturas han llevado a sus bebés cerca, de diferentes modos pero en la misma manera, en la espalda generalmente y siempre cerca de la teta.

Ahora veo con tristeza que la chalina es reemplazada por cargadores incómodos, que les tienen a los bebés estirados, de un material que se ve duro y que aleja a la mamá del bebé. Nuestra cultura desprecia la sabiduría popular y los niños se van estresados, aislados en nuevos coches que vimos en la televisión.


Matías siempre me alegraré de haberte amarcado el máximo tiempo posible, que tus abuelos y mi hermana te cargaban, fuiste un bebé de brazos, y ahora que gateas, recorriendo la casa ensuciando tus rodillas, mis brazos siempre te esperan, claro que me canso, claro que caminar mucho con vos con porteo puede agotar, pero saberte tranquilo, relajado, sin intermediarios a mi lado, lo compensa.

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